jueves, 23 de agosto de 2012

De mendigo a caballero: análisis del auge económico en Colombia

De mendigo a caballero: análisis del auge económico en Colombia

Aunque la infraestructura del país es decadente y la logística luce rezagada, el auge de la economía colombiana en el 2011 creció 5,9% y las exportaciones también se dispararon. Los expertos explican las razones de este contraste así como el papel protagónico del petróleo y los productos minero-energéticos. Por: Amado Hernandez Gaviria Para un país con una de las infraestructuras logísticas más precarias de Latinoamérica y pese a las grandes bondades estratégicas que le ofrece su ubicación geográfica, resulta paradójico que el crecimiento económico en el 2011 haya alcanzado un 5,9% y que sus exportaciones, comparadas con las del 2010, tuvieran un incremento del 37,5 %, en contraposición a las no minero-energéticas que llegaron a un 16,2%. Lo curioso es que mientras el país todavía se solaza con los réditos del año pasado y las proyecciones para el presente señalan un horizonte todavía más próspero, sin igualar los porcentajes del 2011, un estudio más pausado del semblante económico nacional y sobre todo de su soporte invitan a una reflexión cautelosa. 

Para un país con una de las infraestructuras logísticas más precarias de Latinoamérica y pese a las grandes bondades estratégicas que le ofrece su ubicación geográfica, resulta paradójico que el crecimiento económico en el 2011 haya alcanzado un 5,9% y que sus exportaciones, comparadas con las del 2010, tuvieran un incremento del 37,5 %, en contraposición a las no minero-energéticas que llegaron a un 16,2%. 

Lo curioso es que mientras el país todavía se solaza con los réditos del año pasado y las proyecciones para el presente señalan un horizonte todavía más próspero, sin igualar los porcentajes del 2011, un estudio más pausado del semblante económico nacional y sobre todo de su soporte invitan a una reflexión cautelosa. Ciertamente, el petróleo ha sido uno de los “combustibles” que han impulsado en un alto porcentaje la economía colombiana y los índices de sus exportaciones. “Hoy en día le estamos aportando una renta muy importante al país por vía de impuestos y regalías. Este es el principal sector que genera inversión extranjera directa”, afirma Alejandro Martínez, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleos (ACP). 

Esta bonanza no es gratuita, desde 2007, la producción de petróleo ha aumentado gracias a las inversiones hechas en yacimientos ubicados en campos viejos. A esto se le suma que los precios internacionales y la política gubernamental han redundado en un viraje favorable. Las inversiones en los campos existentes y los descubrimientos de pequeñas y medianas acumulaciones han alentado este boom. “El sector le está generando a todo el país la posibilidad de acelerar su desarrollo económico y social. 

De allí se están generando recursos muy importantes para que haya inversión en factores como infraestructura, y eso se tiene que traducir en empleo y beneficios para muchas personas. Digamos que es la generación de una renta que acelera el desarrollo social de todos los colombianos”, indica Martínez. En los años noventa, la inversión en la explotación del petróleo se había marchitado, en consecuencia, las reservas y la producción empezaban a declinar. Colombia vivía el efecto de los cambios hechos en las reglas de juego. La búsqueda del combustible era precaria y se estimó que de ser exportador, Colombia tendría que convertirse en importador. Según Fedesarrollo, la proyección indicaba que se pasarían de exportaciones superiores a los USD $6.000 millones en el 2002, según precios de hoy, a importaciones mayores a los USD $3.000 millones en el 2010. 

No obstante, la nueva política petrolera ha demostrado ser un éxito con base en la atracción de capital privado de riesgo, el aumento de la efectividad y transparencia institucional, la mejora en el recobro y la producción existente, así como en la mitigación del impacto macroeconómico por la pérdida de auto abastecimiento. 

Hoy se nota un gran dinamismo en la exploración, aunque aún no se han dado descubrimientos significativos que reemplacen la producción en el largo plazo. “Lo importante es consolidar ese arriendo en el futuro y lograr reservas de producción de al menos diez años, como lo plantea el ministro de Minas. 

Hoy está en seis. Así que debemos realizar inversión en campos viejos y tener nuevos descubrimientos en adelante, para consolidar el ritmo que hemos tenido en los últimos años”, advierte el presidente de la ACP. NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO El “oro negro” ha dinamizado la economía nacional, sin embargo, el crecimiento experimentado en el último año no sólo se debe al crudo. Otros campos de la industria también han crecido y circunstancias como el restablecimiento de las relaciones políticas con Venezuela, país de llegada de muchas de las exportaciones nacionales, coadyuvaron al robustecimiento monetario. “En los últimos años, como resultado de la revaluación, las exportaciones industriales del país han sido muy volátiles. Si bien es cierto que desde hace unos diez meses vienen creciendo, en buena medida por la reactivación de las relaciones con Venezuela, no se puede perder de vista que entre el año 2007 y el 2010 estuvieron afectadas por el problema de la tasa de cambio y de la revaluación”, expone el académico Ramón Javier Mesa. Independientemente del aporte minero-energético a la economía colombiana, el 2011 dejó una clara huella sobre el desarrollo y crecimiento, evidenciado por el país en otros sectores. Antioquia, por ejemplo, que representa el 13,4% del PIB nacional y es la segunda región después de Bogotá con un 25,8%, denotó un desarrollo empresarial no visto en la última década. La inversión neta en sociedades en Antioquia registró un incremento del 89% con relación al 2010, lo cual desbordó cualquier otro porcentaje en el país. 

 “El hecho de que la base empresarial crezca 8%, mientras la economía crece el 5% representa un cambio bien significativo. Que Antioquia tenga mejor dinámica y tasa de crecimiento que Bogotá y el resto del país, también significa mucho”, expone Jaime Echeverri Chavarriaga, vicepresidente de Planeación y Desarrollo de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia. 

El dirigente argumenta que estas dinámicas positivas son el reflejo de las estrategias, la formalización y el emprendimiento implementados en los últimos diez años, los cuales sí rinden sus frutos, esto se evidencia con el incremento en el número de empresas por habitante en la región antioqueña. Otro sector que también evolucionó fue el de la industria, en especial el sector alimenticio, según lo sustenta el presidente de Nutresa S.A., Carlos Enrique Piedrahíta. Este grupo empresarial fue reconocido por Davos al haber subido al sexto puesto en el ranking de las empresas productoras de alimentos con mayor nivel de sostenibilidad en el mundo. Según Davos, Nutresa es la primera compañía de un mercado emergente que se halla entre las diez primeras, al lado de multinacionales como Unilever, Danone y Nestlé. 

Piedrahíta explica cómo su firma consiguió este repunte, en una entrevista que le realizó el diario La República: “Lo importante acá es que mejoramos más rápido que las otras compañías en el estudio. Donde más mejoramos fue en temas ambientales, abastecimiento de materias primas, ecoeficiencia, huella de carbono y huella de agua, innovación, gobierno corporativo, retención del talento humano, RSE y desarrollo de capital humano”. Estos aires son importantes, pues existen inquietudes entre el gremio económico sobre la dependencia que tiene Colombia de sus productos tradicionales, especialmente del petróleo, para sostener su economía. ¿Qué tan riesgoso es depender de algo que se terminará en un momento dado o cuyos beneficios fluctúan de acuerdo con circunstancias internacionales que no se pueden controlar? Para el presidente de la ACP, Alejandro Martínez, la respuesta es clara: “La pregunta va seguida de qué pasaría si no lo tuviéramos (el petróleo). Como decía Pambelé: ‘es mejor ser rico que pobre’. Entonces, el hecho de contar con un sector que está generando tantos beneficios para el país, debe llevar al análisis y discusión de cuál es la mejor forma de que esos beneficios que genera el sector petrolero aceleren el desarrollo económico y social. Esta es la mejor oportunidad para acelerar ese desarrollo social y económico de todos los colombianos. Hay que aprovecharlo”. Pese a esta prometedora ambientación, el decano de Economía del Alma Máter, Ramón Javier Mesa, opta por una visión más mesurada: “Para mí Colombia ha logrado avanzar significativamente en temas de índole macroeconómico. 

No se pueden desconocer los avances en materia de política económica frente al tema de la estabilidad de precios, por ejemplo. Pero me sigue preocupando que todavía tengamos una marcada dependencia de productos minero-energéticos y que nuestro crecimiento en el corto plazo siga alimentado por fenómenos que probablemente, dada la volatilidad de los precios internacionales, no nos hagan sostenible el crecimiento”. INFRAESTRUCTURA: LA GRAN DEUDA El retraso en la infraestructura y en el desarrollo logístico del país contrastan irónicamente con la reciente bonanza económica. “Cabe señalar que Colombia ha aumentado ostensiblemente sus exportaciones con la misma infraestructura de los últimos 15 años. Es decir, en este momento Colombia ha visto cómo han crecido sus exportaciones más por el efecto de los precios internacionales del petróleo y los minero- energéticos, que por una mejora de su capacidad logística”, asevera Ramón Javier Mesa Callejas, magíster en Economía. Pese a que la industria petrolera en el 2011 recibió una inversión extranjera cercana a los USD $5.700 millones y se perforaron 126 pozos A3, la producción está creciendo hoy al 16% anual, con lo cual se ha postergado la fecha de auto abastecimiento hasta el 2019; el sector petrolero, al igual que todos los demás, también sufre por la infraestructura caduca del país. 

 “Dado que el ritmo de crecimiento en la capacidad de transporte no ha sido el mismo del incremento en la capacidad de producción, hemos tenido algunos cuellos de botella de transporte y hemos tenido que utilizar las carreteras. Eso nos ha generado problemas porque no son adecuadas para manejar dicho transporte pesado. Sin embargo, se está invirtiendo en ampliar la capacidad de transporte existente y construir nuevas vías. En los próximos dos o tres años vamos a ver un incremento importante”, manifiesta Alejandro Martínez, presidente de la ACP. Hoy Colombia está castigada por su historia. Según Mesa Callejas, apenas en los últimos años el Gobierno ha tomado el tema del desarrollo logístico como una política de Estado. “Yo creo que al país le ha faltado mucha voluntad política y mucha visión de largo plazo para realmente entender qué parte del crecimiento y del desarrollo de las naciones está anclado en el tema de la infraestructura”. “Las peticiones son unánimes. En el inventario de las necesidades logísticas, las soluciones por parte del Gobierno tienen que ser puntuales: transporte y puertos. Es lo más importante y estamos trabajando en ello”, asevera Martínez en nombre del sector petrolero. 

Desde otro frente, Antioquia clama por la puesta en acción del proyecto Autopistas de la Montaña, o de la Prosperidad, dado el impacto que tendría en la infraestructura vial no sólo en el departamento sino en todo el país. HAY ESPERANZAS… Durante su gira por Europa el pasado mes de marzo, Luis Fernando Andrade, presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura de Colombia, expuso en diferentes países los planes y las políticas que Colombia tiene para solucionar su déficit de infraestructura. En España, por ejemplo, explicó que el país está ofreciendo “una gran oportunidad para la empresa española, a través del portafolio de proyectos de concesión, que asciende a 25 billones de dólares, los cuales serán invertidos en desarrollo vial, férreo, portuario y aeroportuario”. 

 Para sustentar que hay una voluntad política para impulsar tal dinámica, agregó: “Colombia ha pasado de invertir del 1 al 3% de su PIB anual en el desarrollo de infraestructura, con el fin de obtener competitividad, aprovechando el crecimiento sostenido que está teniendo el país”. Estimulado por estas iniciativas, Alejandro Martínez, máximo dirigente de la ACP, expresa: “En materia petrolera las cifras de inversión que se prevén para esta década superan los 40.000 millones de dólares. De hecho, el año pasado nuestra cifra de inversión llegó a los 6.000 millones de dólares. Se espera que haya inversiones en transporte que permitan ampliar los oleoductos, así como vías que comuniquen los nuevos oleoductos que están por construir. La inversión de infraestructura para el sector petrolero está mayoritariamente a cargo de la empresa privada. 

Las inversiones del Estado pasan más por el orden vial, y si bien son bienvenidas, el grueso de la infraestructura lo sostiene la misma industria petrolera”. Si tenemos en cuenta solamente el proyecto de Autopistas de la Montaña, esta sería una solución múltiple para Colombia, ya que lograría el acercamiento del centrooccidente del país con la costa Atlántica a través de la vía a Urabá. Igualmente, aproximaría los polos productivos del centro de Colombia con el puerto de Cartagena. Además, se completaría el desarrollo del eje transversal de conectividad entre el sur, los departamentos de la costa con el centro y el oriente colombiano, así como con Venezuela. Este mismo proyecto haría que la conexión al sur del país acercara los puntos productivos del centro con el puerto de Buenaventura. 

La Troncal Occidental tendría continuidad desde el departamento del Cauca hasta Caucasia. Por último, se conseguiría conectividad y continuidad en las vías de competitividad nacional: Malla vial del Valle del Cauca, Autopistas del Café, Transversal de las Américas y Ruta del Sol. “Efectivamente, el señor presidente de la República ha manifestado que el alto Gobierno está convencido de la importancia que tiene este proyecto para el país.

Lo que está en este momento en discusión no es el qué, sino el cómo. A partir del 15 de abril están viniendo funcionarios del Gobierno a Antioquia para contarnos cuáles son las alternativas que tendrá el departamento para realizar esta obra con las mismas especificaciones trazadas”, informa Lina Vélez de Nicholls, presidenta ejecutiva de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia. Desde otro ángulo Nelson Beltrán, especialista en cadenas de abastecimiento de Ernst & Young Colombia, analiza para Revista de Logística el auge de la economía colombiana y el contexto de la logística del país. ¿Qué ha hecho la industria colombiana para ganar terreno ante sus competidores? 

 “La industria colombiana ha sido un aliado estratégico y fundamental en las negociaciones de los tratados de libre comercio que recientemente ha firmado el país. Tal vez esa sea una de las grandes ventajas competitivas que ha ayudado a construir la industria colombiana frente a sus competidores. La búsqueda de nuevos mercados le ha permitido al país diversificar su portafolio de productos y es allí donde Colombia puede empezar a diferenciarse, ya que la única manera de competir en esos nuevos mercados es con calidad y servicio”. 

La industria colombiana tiene muchos retos frente a los tratados firmados, pero el avance tecnológico y más aún el valioso recurso humano con el que contamos en el país nos dan un parte de tranquilidad frente a los retos que enfrentamos; estoy seguro de que serán muchas más las empresas que estén al nivel de los retos planteados y mucho menos las que tengan que salir del mercado porque no satisfacen las necesidades de sus clientes”. ¿Cómo ha logrado Colombia suplir sus falencias logísticas y las fallas en la infraestructura, con el fin de impulsar sus negocios y economía? “Tal vez el mayor reto que tenemos en el país para impulsar aún más la industria es precisamente la infraestructura. 

La solución definitiva va a tomar muchos años y lo que se ha venido haciendo, aunque apunta en la dirección correcta, ha sido tan lento y demorado que ha impedido que la industria colombiana haya tenido mejores resultados. Los industriales colombianos han tenido que recurrir a su ingenio para optimizar costos en otras áreas diferentes a la logística para seguir siendo competitivos”. 

“La revaluación del dólar sigue jugando en contra de muchas industrias y de nuevo la presión para reducir costos y optimizar la operación sigue siendo el pan de cada día. La tecnología ha jugado un papel fundamental en todas estas iniciativas y ha compensado en alguna medida los retos que la infraestructura del país ofrece. Debemos seguir invirtiendo en la incorporación de mejores prácticas para hacerles frente a las oportunidades y amenazas que presentan los recientes tratados”. 

¿Qué hace falta para seguir optimizando el auge económico y hacerlo una tendencia sostenible? “Definitivamente mayor celeridad en la ejecución de los proyectos de infraestructura. Necesitamos mayores y más amplias carreteras, ampliación de nuestros puertos y construcción de nuevas vías férreas de transporte de carga. Si no avanzamos con decisión y celeridad en estos temas, estamos destinados a seguir rezagados frente a otros países y mercados”. 

¿Cuáles son las perspectivas logísticas para la economía colombiana? “Poco alentadoras. Hace veinte años deberían haber estado listas las vías, ahora con preocupación vemos que en el mejor de los casos estarán listas en cinco años. El retraso en los temas de infraestructura en el país es lamentable y si no hay voluntad política no vamos a lograr desatrasar al país en este aspecto. 

A corto plazo las perspectivas son malas. A mediano plazo, regulares, siempre y cuando se cumplan con los planes establecidos; a largo plazo no se ven con claridad bases construidas para garantizar que la infraestructura en el país deje de ser nuestro talón de Aquiles en la economía”.

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